miércoles, 7 de marzo de 2012

Entrevista Radio Santa Fe - Marzo 7 de 2012 Tema: Veeduría Distrital

martes, 6 de marzo de 2012

Bogotá no es Pasto pero podemos terminar pareciéndonos

La últimas semanas han sido movidas en el Concejo de Bogotá. El domingo 29 de enero salió el secretario de la política a hablar de coaliciones y a ofrecer participación en el  Gobierno Distrital. Al día siguiente, otro nariñense, Santiago Montenegro, escribió sobre el desastroso estado de las vías del Departamento de donde venía de ser gobernador el señor Antonio Navarro Wolf y presentó un panorama desolador de la ciudad de Pasto, de la percepción de corrupción rampante y de la presencia de los grupos armados ilegales en la región.

La propuesta de coaliciones a nivel distrital no cuajó y no pasó nada porque el Secretario de Gobierno le dijo a los medios de comunicación que estaba poniendo sobre la mesa las cartas pero nunca le explicó a la ciudadanía que lo que se estaba barajando por encima de la mesa nunca podría ser ni cercano a lo que han acumulado los concejales en los últimos 8 años del clientelismo mas rampante  que haya conocido Bogotá. La Silla Vacía calcula que cada concejal, de los antiguos, tiene de 600 a 1000 clientes trabajando para el Distrito sin contar la clientela que el Polo acumuló como cuota burocrática propia del partido de gobierno y que contribuyó a la elección de  Gustavo Petro.

El secretario tampoco midió el alcance de su propuesta de participación de los concejales. Ella es ética, política e incluso jurídicamente cuestionable. El estatuto Orgánico de Bogotá se redactó con el espíritu de sacar a los concejales de la co-administración de la ciudad y Navarro al ofrecer tan burdamente parcelas en el Distrito está violando el espíritu de la ley y echando por la borda la posibilidad de llegar por méritos a administrar la ciudad.

Justificar su propuesta por lo que hace Rafael Pardo en el Ministerio de Trabajo, no tiene presentación. Tratar de convencernos que lo que el les estaba proponiendo a los concejales es lo que se hace en el resto del mundo es desconocer las diferencias entre regímenes presidencialistas y regímenes parlamentarios que operan en algunas democracias. Es confundir clientelismo con gobiernos de coaliciones, que se forman antes de las elecciones;  es desconocer las propuestas con las que fueron elegidos y fue lo que hizo el secretario de gobierno de Bogotá. Terminó molestando a los grandes “cacaos” clientelistas de la política local que no se conformaron  con el pasto que vino a darles el gobernador de Nariño. Ellos iban por todo y el alcalde, que sabe como funcionan las corporaciones públicas en Colombia, no ha debido permitir que Navarro Wolf, por considerarse con mayor “experiencia”, hubiera tenido esa salida en falso y de paso hubiera borrado a su bancada durante el primer mes de gobierno. Además, Bogotá ya demostró que los mayores avances de la ciudad se produjeron, a finales del siglo pasado, sin comprar concejales  y sin mayorías en la corporación.

El Concejo de Bogotá, eligió mesas directivas a su antojo y el exgobernador de Nariño se quedó con el pecado y sin el género de la repartición. Al alcalde tuvo que salir a trinar y en la noche  siguiente descansó al recibir los resultados de la primera encuesta del año. Antes, medios de comunicación y encuestadores esperaban 100 días para hacer las mediciones. Pero ahora ávidos de pauta y de clientes unos y otros se alían y salen a medir lo inmedible a un mes de iniciada una gestión de gobierno. Por favor sean serios.

Aunque no estoy segura que les importe, algunos concejales y la bancada de gobierno puede mandar un mensaje que  defienda la independencia de los organismos de control con una elección por méritos. Así se dejarían atrás los últimos   años de deterioro de Bogotá. Esto evitaría  repetir lo que se hizo durante la administración de Luis Eduardo Garzón cuando su tesorero de campaña presidencial pasó a ser Contralor de la ciudad. También olvidaríamos lo que hizo el Concejo de la ciudad cuando nombró de Personero a Francisco Rojas Birry para que controlara la segunda administración del Polo en Bogotá. Los resultados están a la vista y aunque la malla vial de Bogotá se puede parecer hoy más a las vías de Nariño sinceramente creo que se podría hacer algo mejor.

Alicia Eugenia Silva
Febrero 2012