martes, 18 de febrero de 2014

Entrevista Pacho Santos - Revocatoria Petro

Bogotá sin gracia y sin norte

Alicia Eugenia Silva Nigrinis 
Febrero 11, 2013 

Después de casi una década de buen gobierno en Bogotá, la ciudad que alguna vez fue coqueta, ahora está sometida desde 2004 a las ineficiencias del clientelismo y del populismo. 

Entre 1995 y 2003 mejoró, por ejemplo, la calidad técnica de los funcionarios distritales y de la policía metropolitana. Se avanzó también en convivencia, respeto a la vida y cultura ciudadana. Además, la administración local hizo grandes inversiones en educación, salud e infraestructura, especialmente en los sectores más pobres de la ciudad. Aumentó el recaudo de impuestos y muchos contribuyentes aportaron voluntariamente un diez por ciento adicional para que la ciudad desarrollara proyectos de interés social. Fue tal la transformación de la ciudad que Bogotá se convirtió en un ejemplo nacional e internacional y todavía hoy los ex-alcaldes Mockus y Peñalosa se dedican a contarle al país y al mundo cómo lograron el milagro bogotano, así ya sea casi imperceptible debido a las malas administraciones que los sucedieron. 

A partir del año 2004, cuando el señor Luis Eduardo Garzón llegó a manejar la ciudad, comenzó a deteriorarse la capacidad técnica del distrito. Aunque incrementó la inversión en alimentación, esto ocurrió sin focalización, y se disparó el gasto en publicidad y en nóminas paralelas que se utilizan para mantener contentos a los concejales. Las hoy llamadas “ordenes de trabajo” aumentan artificialmente la inversión social y explican la permanencia de los miembros del antiguo Polo Democrático en el Palacio Liévano. 

El gobierno de Samuel Moreno y Clara Eugenia López Obregón terminó envuelto en tales escándalos de corrupción que Gustavo Petro, para llegar al poder, tuvo que formar su propio movimiento Progresistas para deslindarse de sus antiguos copartidarios. Adicionalmente, Petro se benefició de la división de los votos entre Peñalosa y tres jóvenes políticos locales. Mockus se apartó de Peñalosa y se alió con Gina Parody, el partido Liberal mantuvo en la contienda electoral a David Luna, pupilo predilecto de Peñalosa y Cambio Radical sostuvo hasta el final la candidatura inviable de Carlos Fernando Galán con el propósito de evitar la influencia del ex-presidente Uribe en una futura administración de Enrique Peñalosa en Bogotá. 

Desde el 1 de enero del 2012 Gustavo Petro dirige los destinos de la ciudad con un discurso de confrontación permanente y con propuestas de políticas públicas que no ha podido implementar por su incapacidad para armar equipos estables de trabajo y por la desconfianza que lo caracteriza. Esto ha resultado en la imposibilidad de administrar con eficiencia y eficacia una ciudad de ocho millones de habitantes. 

Las propuestas de Petro de densificación del centro de la ciudad, de mejor manejo de los servicios públicos y de implementación de un sistema de transporte más amable y ecológico por la carrera séptima son propuestas razonables. Sin embargo, la densificación del centro no ha comenzado, el tren ligero no es viable en el corto plazo y la recolección de basuras por parte del distrito mostró, la sorprendente incompetencia y falta de planeación del actual gerente del acueducto. 

Según el diario El Espectador, los principales asesores del gerente en materia de aseo son los señores Darío Beltrán y Oscar Salazar quienes se benefician de millonarios contratos del acueducto para el rediseño y recolección de basuras. Beltrán, antiguo militante del M19, fue empleado del señor Alberto Ríos y Salazar fue socio del señor William Vélez. Así, todo el desorden y las agrias confrontaciones del alcalde con los empresarios del sucio negocio de las basuras solo sirvieron para dejar a los bogotanos en manos de un ex-empleado y un ex-socio de las mismas personas que denunciaba el señor alcalde. A pesar de la improvisada solución de Petro, los mismos personajes que han controlado el servicio de aseo en la ciudad, desde que éste se privatizó a comienzos de los años noventa por ineficiencias de la EDIS capitalina, seguirán haciéndolo. 

A nombre de los pobres, estimulando un resentimiento social que no conocía la Bogotá de comienzos de siglo, con el respaldo de unas finanzas públicas sólidas y sin haber desmontado las nóminas paralelas, alimento principal del clientelismo, la ciudad esta sometida a un nuevo populismo mucho más voraz que el clientelismo tradicional bogotano pues los viejos clientelistas y los más recientes populistas explotan sus mayorías en el Concejo capitalino y son sus grandes beneficiarios. 

El clientelismo de antaño y el populismo de ahora hacen daño por las ineficiencias que generan en la asignación de recursos. Los subsidios y las nóminas paralelas de Bogotá dependen de los impuestos de los contribuyentes bogotanos. Así como la corrupción - cuando se sale de sus “justas proporciones” como decía cínicamente el ex presidente Turbay- revienta el sistema y daña el negocio hasta para los mismos corruptos, como pasó en Bogotá con la pasada administración del Polo; el populismo que todo lo regala y no produce nada es insostenible. Pero mientras tanto, la ciudad y los ciudadanos pierden competitividad, confianza, negocios, calidad de vida y finalmente impuestos que son la fuente de los ingresos del distrito.

Nadie advirtió sobre los descalabros que se venían gestando en la ciudad capital desde el 2004 y ya nadie le recuerda al señor Garzón la entrega de contratos a los señores Nule ni las nóminas paralelas que el estimuló pues todo se lo atribuyen a Moreno Rojas. La aceptación del gobierno de Garzón y la relativa buena imagen de la señora López Obregón, se explican fundamentalmente por los millones de pesos que se gastaron uno y otra en publicidad. El alcalde Petro se siente, acaso justificadamente, atacado por la prensa capitalina: sin lugar a dudas la corrupción rampante que encontró, paralizó durante meses la administración distrital pero el deterioro de la calidad de vida de la ciudad, otrora modelo para el país, es evidente y tiene su origen en las administraciones del Polo. 

La corrupción no se combate con discursos facilistas para enfrentar a ricos y pobres y mucho menos entregando los negocios del distrito a amigos y a empresarios sancionados por malas prácticas sino con transparencia y eficiencia en la asignación trasparente de los recursos públicos. El clientelismo y el populismo rampante son la causa principal del deterioro que ha sufrido Bogotá en la última década. 

Si el alcalde fuera mas confiado, menos autoritario, buscara a los mejores técnicos del país y fuera capaz de cortar las nóminas paralelas, Bogotá podría volver a despertar y quizás incluso recuperar algunas de las virtudes que la convirtieron durante una década en modelo de administración pública.