jueves, 16 de enero de 2014
Balance
En Bogotá se
demostró que es posible orientar la acción de gobierno hacia intereses
colectivos sin transar con el clientelismo y la corrupción, y elevando a la
categoría de bienes morales la honesta inversión de los recursos públicos y la
protección de la vida de todos los seres humanos. Estos fueron logros
alcanzados de forma transitoria, pero su consolidación está seriamente
amenazada por el clientelismo de las Alcaldías del Polo y la ausencia de
liderazgo de sus Alcaldes en materia de seguridad ciudadana y protección a la
vida. (p. 175)
Samuel Moreno
La
Administración de Luis Eduardo Garzón marcó el comienzo de algunos de los
retrocesos que ha estado atravesando la ciudad durante los últimos años. Se
destaca, en particular, la falta de liderazgo en movilidad urbana, seguridad
ciudadana y transparencia política. (p. 168)
Los principales
problemas que enfrenta hoy la Administración de Samuel Moreno se incubaron
durante los 4 años de la de Garzón. (p. 169)
Pero Samuel no
sólo heredó de Lucho una máquina de reproducción política en la Alcaldía. La
baja popularidad de su primer año de mandato se explica, en buena parte, por
problemas de la Administración Garzón que se demoraron en manifestarse
plenamente. (p. 173)
El regreso del clientelismo
… no sólo
Peñalosa, sino también algunos miembros de la segunda Administración Mockus y
de la de Garzón hicieron uso del intercambio de favores; además, los medios de
comunicación y, al parecer, la ciudadanía en general tuvieron una actitud
complaciente y permisiva respecto a esas prácticas. (p. 171)
Durante el
gobierno de Garzón se observó un resurgimiento de relaciones clientelistas
entre la Administración y el Concejo. Los clientelistas de antaño fueron
reemplazados por otros aprendices de lo mismo, que continuaron con esas
prácticas. A comienzos del cuatrienio, el concejal del Polo Carlos Vicente de
Roux denunció que el Alcalde Garzón toleraba esas prácticas y que su Secretario
Privado las promovía. (p. 165)
Lucho Garzón
En seguridad,
Garzón ofreció continuar con el enfoque que Mockus había utilizado, aunque no
lo cumplió. Nunca profundizó en una pedagogía de la seguridad ciudadana, sino
que prefirió dejarla en manos del Gobierno Nacional, e invirtió grandes sumas
en dotación e instalaciones de la Policía Metropolitana de Bogotá. (p. 146)
Garzón mostró
muy poco liderazgo en los temas de seguridad durante su mandato. Según se
decía, el General del a Policía Metropolitana de Bogotá se comunicaba más con
el Palacio de Nariño que con el Palacio Liévano. (p. 152)
Garzón tenía
excelentes relaciones con los medios de comunicación, y sus colaboradores eran
generosos con el presupuesto a la hora de difundir los programas distritales.
(p. 149)
En el gobierno
de Garzón, mientras los ingresos corrientes de la Administración Central
aumentaron en aproximadamente un 15%, sus gastos de funcionamiento crecieron un
35%... (167)
Bogotá en manos de las mujeres
Durante el
período 2001-2003, el 70% del gabinete distrital estaba compuesto por mujeres
colombianas profesionales lideradas por un Alcalde acostumbrado a interactuar
con mujeres fuertes. El destino de la ciudad de Bogotá se puso en manos de
mujeres que representaban ese gran cambio que se dio en el siglo XX en la
educación en Colombia. (p. 123)
Mockus 2001-2003
Si bien durante
este segundo período de Mockus no se presentaron tantas innovaciones como en el
primero, aprobar y respaldar los logros de un gobernante anterior fue un hecho
sin precedentes en la política colombiana. Construir sobre lo construido como
eslogan de campaña y de gobierno significaba para Mockus continuar haciendo lo
que se venía haciendo bien, pero igualmente quería decir hacer sostenibles los
grandes proyectos de infraestructura desarrollados durante el gobierno de
Peñalosa. (p. 118)
Peñalosa
Ante la presión
de los concejales y la dificultad que ellos implicó en la “gobernabilidad” del
Distrito, Peñalosa accedió a nombrar a personas de las clientelas de los
concejales en puestos de bajo rango de la burocracia distrital. A este
respecto, Peñalosa aceptó haber nombrado a algunos “recomendados” de bajo
nivel, así como tener en cuenta como criterio para la selección de la terna de
candidatos para las Alcaldías locales la relación entre éstos y algunos
concejales. (p. 112)
Mockus 1995-1997
Como Secretaria de Gobierno, radiqué en el Concejo el proyecto de acuerdo del Plan de Desarrollo el 28 de abril; el concejal Dimas Rincón me preguntó, en tono jocoso, si ya había entendido la situación y venía con la “maletica” de los contratos, por cuanto nunca les había entregado la “maletica” de los puestos.
Quedé muy
sorprendida por el comentario, y le respondí que durante nuestra Administración
no existiría la más mínima posibilidad de negociar principios ni políticas
públicas, y que el único intercambio que habría iba a ser el de argumentos. (p.
76)
El principal
logro en el período 1995-1997 fue la introducción real de la separación de poderes, con tensiones, pero muy
efectiva. No sólo no se paralizó el Distrito, sin que la Administración logró
plantear una amplia agenda legislativa de 158 proyectos (el número más alto de
las últimas cinco administraciones, de la de Castro a la de Garzón), de los
cuales 61 se convirtieron en Acuerdos del Concejo… (p. 77)
Mockus, el profeta
El principal
encargado del programa de Cultura Ciudadana entre 1995 y 1997, Paul Bromberg,
ha descrito lo que ocurrió durante esos años como el resultado del trabajo
conjunto de un “profeta” (Mockus), encargado de difundir “mensajes” y
“convertir” a los ciudadanos, y de “ingenieros” (el equipo del Instituto
Distrital de Cultural y Turismo), ocupados en diseñar mecanismos e intervenir
contextos concretos para incentivar un mayor cumplimiento de normas. (p. 47)
Jaime Castro: ¿El Salvador de las finanzas de Bogotá?
… no deja de
resultar irónico que Jaime Castro, quien con el tiempo sería visto como el
salvador de las finanzas de Bogotá, se opuso en su momento a los aspectos
tributarios del proyecto. La verdad es que la reforma tributaria
contenida en el estatuto—reforma que… es la base fundamental para el
fortalecimiento de las finanzas de la ciudad—fue prácticamente impuesta por el
Gobierno Nacional debido a su preocupación por el impacto que un colapso
financiero del Distrito podría tener en las finanzas de la Nación. (p. 40)
Bogotá: el regreso del pesimismo
Durante los
últimos dos o tres años, los artículos de prensa sobre Bogotá, las notas de
radio y televisión, y las conversaciones sobre el estado de la ciudad,
recuerdan el pesimismo que reinaba en la capital hace más o menos veinte años.
Lo que se había ganado en sentido de pertenencia, optimismo y confianza en los
mandatarios locales durante las administraciones de Peñalosa y Mockus, se
perdió dramáticamente en el transcurso de unos pocos años. A continuación
presentamos algunos pasajes sobre el pesimismo bogotano de finales de los
ochenta y comienzos de los noventa que, de manera inquietante, parecen hacer
referencia a nuestro presente:
Bogotá llegó,
durante los años ochenta y comienzos de los noventa del siglo pasado, a los
niveles más bajos de confianza en su posibilidad de superar sus crecientes
niveles de deterioro e inseguridad. Como una profecía autocumplida, el
pesimismo produjo el efecto de multiplicar por imitación, como una reacción en
cadena, comportamientos antisociales, en una dinámica perversa en la cual cada
persona encontraba ventajoso violar las normas para conseguir objetivos
individuales, mientras la sociedad se hundía en una trampa de deshonestidad e
insolidaridad. (p. 18)
“El deterioro de
Bogotá es progresivo y aparentemente inmodificable”. Esta afirmación, hecha en
la década de los años noventa, muestra la percepción que existía sobre Bogotá
en tiempos pasados. Era común oír a sus habitantes describir a Bogotá como un
lugar caótico e ingobernable, en el que se hacía cada vez más difícil vivir.
(p. 18)
Algunas de las
percepciones ciudadanas de esa época fueron la falta de sentido de pertenencia,
el desarraigo de la mayoría de la población, y su corolario natural: la
ausencia de civismo y solidaridad. (p. 19)
Para finales del
siglo XX la politiquería era vista como un fenómeno ampliamente difundido y
como una de las principales causas del estancamiento de la ciudad: “la
corrupción ha llegado a niveles insospechados, hasta el punto que los fortines
políticos de las secretarías se han convertido en botines saqueados
permanentemente”. (Saldarriaga, A., Rivadeneira, R., y Jaramillo, S. Bogotá a través de las imágenes y las palabras. Bogotá: Tercer Mundo Editores y Observatorio de
Cultura Urbana, 1998, p. 205). (p. 27)
“El colapso de
Bogotá” de comienzos de los años noventa estaba materializado, de manera más
clara y palpable, en la destrucción del espacio público de la ciudad. (p. 27)
A comienzos de
los años noventa, la manifestación más cotidiana y visible del pesimismo y
abandono en que vivía Bogotá era justamente el irrespeto por las normas, la
agresividad y el desorden que se habían tomado las calles de la ciudad. (p. 32)
La autora
Alicia Eugenia Silva
Entre 1974 y 1986 laboré en el sector universitario y de investigaciones académicas en Colombia. Desde 1987 he sido gestora de proyectos culturales y a partir de 1995 fuí una funcionaria pública muy visible en la capital del país.
Entre 1995 y 1997 tuve la responsabilidad civil de la seguridad de Bogotá. De 2001 al 2003 fuí jefe de gabinete (Chief of staff) de la Alcaldía Mayor de Bogotá.
Actualmente sigo promoviendo proyectos culturales y posicionando temas de gran importancia en la política colombiana como son: la cultura de la legalidad y la defensa de la vida de todos mis compatriotas.
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